EL IDEAL DEL BUEN BUDISTA.

Ayer me crucé  en una calle de Padrón con tres  seres humanos.  Venían de  Oporto. Son de Sevilla. Se llaman Javier, Javier, y Paco. Los dos primeros son padre e hijo. Llamaba la atención que el padre es pelirrojo pata negra, un  clásico, anaranjado, ojos azules,  y  pecoso. Y el hijo, al contrario, pelo negro y ojos oscuros.


- ¿ Y cómo es que tú eres pelirrojo y tu hijo no?


- Eso pregúntaselo a su madre- respondió con guasa sevillana.


Sus razones son espirituales. No piden nada. sólo pasar unos días de vacaciones en silencio, andando.  " Lo necesitaba", dice Paco. Ir solo.


Me dice Paco que a él le va muy bien eso de pasar seis o siete horas en silencio y, al llegar a destino, darse cuenta de que no ha pensado en nada.


- He estado horas vacío de mi mismo, sin darle vueltas a nada. Y eso, dicen,  es el ideal del buen budista. 




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