MARIAZA, CARA DE CALABAZA.
En la catedral de Pamplona , en el pilar central de la puerta de piedra que comunica el claustro con el templo, hay una imagen de Nuestra Señora del Amparo con el Niño Jesús en brazos. La imagen se descansa sobre un pedestal labrado de dos metros de altura, y se cobija en un rico dosel.
Es tradición que esa imagen habló a una aldeana. La historia es muy curiosa.
La aldeana, mujer sencilla e inocente , persona con alguna discapacidad , saludaba diariamente a la imagen antes de irse al mercado, diciéndola:
"Buenos días, Mariaza,
cara de calabaza
quédate con Dios
que me voy a la plaza"
Y que la Virgen le respondía siempre amorosamente:
- Adiós.
Y resultó que un canónigo la vio y le metió una bronca- paquete de aúpa , por el poco respeto que trataba a la Señora . Y le enseño una plegaria muy bien compuesta para que se la dijera en lugar de la grosera salutación.
Así lo hizo la sencilla montañesa, pero observó , con dolor , que desde aquel día no obtuvo repuesta de la Virgen.
Si yo viese a ese canónigo le diría unas cuántas cositas.
Me acordé de esta historia cuando acompañé a un grupo de personas con discapacidad que vinieron desde Barcelona a hacer unas etapas del Camino de Santiago. Pertenecen a un Instituto Médico Pedagógico que dirige un antiguo alumno al que di clase. Ninguna de esas personas , pienso, se diferenciarían mucho de la aldeana de Pamplona.
Me hice una foto junto a Carmen. Acaba de cumplir 80 años. Maravillosa mujer.
Creo que no somos conscientes de la capacidad que tiene esta gente de transformar a los demás. Hablamos poco del amor que estas personas nos dan con sus miradas, sus silencios . Provocan una emoción que nos une.
Saint-Exupéry tiene una idea maravillosa que dice: «Si queremos un mundo de paz y de justicia, debemos poner la inteligencia al servicio del amor», esa me parece una frase brillante, poner la inteligencia al servicio del amor". Eso es , exactamente , lo que viví ayer.
Una mirada "apreciativa", esa que mira y ama , a veces, no necesita palabras. Durante unos días estuve inmerso en ese tipo de miradas. Tuvimos una tertulia musical de una hora y media . ¡ Qué gozo!
No cantaba porque fuera feliz, era feliz porque cantaba. Nuestro comportamiento puede cambiar nuestro pensamiento, porque ayer fui con muy pocas ganas de fiesta a esa tertulia. Llovía, el día había sido muy pesado...sin embargo, nada más entrar en esa sala y ver esas caras me vine arriba. Sentir a esos como diciendo :
"Buenos tardes, Susazo,
cara de calabazo
quédate con Dios
y canta un rato".
Y si el corazón de piedra de la Virgen saludó en Pamplona, qué menos que a este pobre corazón de carne arrancarse con la guitarra a grito pelao para pasar una tarde maravillosa y decir " gracias".
Está si me ha gustado. La simplicidad de las personas que son, como todos, creados a imagen y semejanza De Dios, llega al corazón de Dios, y de la Virgen, sin filtros.
ResponderEliminar¡Así es!
Eliminar¡Qué gozada estq entrada! Cuánto nos ayudan los que sufren, los discapacitados, solo con acercarnos a ellos. Nos hacen descubrir que la vida vale la pena, nos dan felicidad. Los has clavado, Suso.
ResponderEliminarMuchas gracias. Un abrazo.
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