DESDE EL MATO GROSSO A SANTIAGO.
Sheila y André sonde Brasil, del Mato grosso. Han venido con un grupo de cinco parejas. No tod@s por razones espirituales, pero André está empeñado en desterrar las malas hierbas que, eso dice, siente en su corazón. Es abogado.
- Quiero renovar mi vida. Arrancar de mi interior la soberbia, el orgullo, la vanidad, el desprecio por los que no piensan como yo, el orgullo...no quiero vivir como hasta ahora.
Tiene tres hijos, y entre sus planes está el regresar y hacer más Caminos de Santiago.
Sheila es amiga - todo el grupo son amigos- y piensa volver con su marido, que se quedó en Brasil.
Siempre es la misma historia , repetida: cómo puede cambiar la vida un impulso sincero de poner en claro el pasado, unido con una especie de conversión y arrepentimiento y unos actos de sacrificio que se viven como reparación de aquello que se hizo mal. Todo eso es el Camino. . Con esos presupuestos de sinceridad interior, no importa tanto que, para obrar así las razones no sean verdadera no sean verdaderas. Al final, la generosidad de uno puede mover a otros.
Todo eso de andar propicia el ponerse a uno mismo en una situación que permita la reflexión, que rompa las comodidades y rutinas habituales, que facilite abrirse a las necesidades y problemas de los demás lo que siempre hace que los propios se vean de otra manera.
Todo termina haciendo el Camino de Santiago sin ninguna clase de referencia religiosa y con el afán último de perdonarse uno a sí mismo y de tener una visión más comprensiva de los demás…
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