ANEKA: UN ÁNGEL EN EL CAMINO.
Aneka es inglesa. En la se acercó a firmar y actualizar el sello de su compostela. Tiene la serena lucidez de muchos peregrinos cuando llevan días en el Camino. Es estudiante. Mujer inquieta y espiritual. Busca una respuesta a muchas de sus preguntas.
Estábamos sentados en el primer banco de la iglesia. No sé por qué - la verdad es que no lo sé, no acostumbro a hacer confidencias a los peregrinos- le conté que me habían diagnosticado hace unos días una enfermedad pulmonar grave. Su mirada brilló y su rostro dibujó una expresión de acogida y esperanza. Me cogió mis manos y las guardó entre las suyas.
- ¿ Me permites que recemos juntos?
Y allí estábamos los dos, recogidos en oración, mientras ella musitaba frases en inglés, una oración que no entendía, pero que me resultaba balsámica, sanadora, afable, cálida y acogedora. Fue poco más de un minuto donde - yo por lo menos- sentí una acogida espiritual que me daba una fortaleza llena esperanza.
No pido un milagro. Pido abrazar lo que no he elegido, pero está allí. Recibir esta parte de la vida también como un don, y entender su significado oculto.
Nos despedimos con un abrazo intenso y fraternal. Y prometiendo rezar uno por la otra.
Y sí, se realizó un milagro: salí de esa iglesia tan feliz y tan campante.
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