LA MIRADA CIEGA ANTE LA LUZ DEL CAMINO .
Andando por la calle Real de Caldas me crucé con ocho personas. La sorpresa fue mayúscula cuando caí en la cuenta de que cuatro eran invidentes. Iban acompañadas de sus guías. Cada una de las personas ciegas llevaba la mano en el hombro de su particular Cireneo.
Son alemanes. Y vienen desde Oporto.
- No hay nada espiritual en nuestro Camino-me dice una invidente en un español perfecto. Al menos por mi parte. Somos ocho, así que imagino cada una tiene su razón para andar.
- ¿ Y cuál es tu razón?
- Me gusta andar. Disfruto de le cultura. Mirar paisajes.
- ¡ Pero eres ciega!
- No lo entenderías Los ciegos vemos de otras maneras. Además, los guías nos van detallando cosas del Camino.
Después hablé con la guía.
- Ayudar a estas personas me hace muy feliz. La vida la entiendo así, dando.
Tal vez no exista nada espiritual en ese Camino, pero estoy convencido de que Dios vive en la discapacidad de estas personas, y en esas personas que les guían. En los geriátricos, en los manicomios, en las bocas desdentadas, en el chaval con parálisis que se le cae la baba, en la depresión que sobrevive al suicidio cada día.
Dios vive en la planta de oncología , en los enfermos de ELA, en todos los desechos que aquí y allá andan. Unos tristes, muchos contentos. Unos solos, y otros acompañados.
Un ejército que puede parecer ridículo y sin embargo es invencible.
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